Juan Carlos Echeverry
El Covid-19 plantea desafíos enormes. Colombia puede obtener de él una sociedad y una economía mejores. La clave es reconocer lo que no sabemos, y aprender que la primera tarea es dedicarnos a aprender; dado que los retos evolucionan, el éxito dependerá de la profundidad de nuestro aprendizaje.
Mejor pedagogía
Se requiere cambiar la pedagogía a todos los niveles de nuestro sistema educativo y de trabajo. Los recursos para que nuestros estudiantes y trabajadores aprendan mejor, serán la mejor inversión posible.
El Covid-19 puso de presente los problemas de escuelas y colegios, que atienden a poblaciones sin acceso a internet y computadores. Los profesores, en la mayoría de los casos, no estaban preparados y les ha tomado tiempo adaptarse; acostumbrados a la clase presencial, no tenían una estrategia pedagógica comprobada para dar clase virtual, que será una clave del futuro.
Transmitir conocimientos a distancia es difícil. Disponer mental y físicamente a los estudiantes para que los aprovechen, aún más difícil. Ambas involucran la responsabilidad y eficacia a los papás, que tampoco estábamos preparados.
Debemos aprender cómo se “aprende” en este sistema mixto, presencial-virtual. Las velocidades de adaptación de maestros, tareas, pruebas, alumnos y padres de familia son distintas, inconsistentes y matizadas de conflictos. Algo similar sucede con el trabajo a distancia y los jefes.
Los padres de familia aprendieron que son un eslabón esencial y dinámico de la educación. El desempeño sobresaliente de los niños demanda un involucramiento intesto, concienzudo y orientado a resultados. Esto es claro en el enfoque asiático, e infrecuente en el latinoamericano. Las diferencias en resultados son evidentes.
Por el lado de los educadores, aprenderán a utilizar con eficacia las herramientas virtuales, para complementar la educación presencial y mejorar el acceso y la calidad en zonas remotas. A los estudiantes, ojalá, la cuarentena les haya enseñado que cada uno es responsable de lo que aprende; y que deben aprender a adaptarse a nuevas formas de adquirir conocimiento.
Mejor Estado
En el proceso de resolver los retos del Covid-19, los gobiernos cometieron errores. La primera lección fue reconocer la propia ignorancia y la poca información disponible. Los gobiernos tienden a ser soberbios. Pero la lección de humildad y la disposición a aprender sobre los retos y las posibles soluciones dio frutos.
Hasta el presente, la organización pública ha sido eficaz en aplanar la curva, enseñarnos disciplina social, transmitir responsabilidad, empatía y solidaridad. No a todos, pero sí a la mayoría.
El Estado es una organización altamente compleja, que involucra al presidente, gobernadores, alcaldes y un sinnúmero de entes nacionales; la disposición a aprender de aciertos y errores, a reaccionar ante nueva información, y aprender a aprender, es un resultado notable. Han surgido liderazgos a nivel nacional y local que merecen reconocimiento. Según las encuestas la gente valora más a sus líderes en tiempos de crisis que en la normalidad.
El Covid-19 demostró que el gobierno no es estático; se adapta, aprende de sus carencias y limitaciones, coordina a la población y promueve una disciplina que ha resultado esencial. Los ciudadanos dejamos de quejarnos y nos dispusimos a aprender del Virus y de los comportamientos eficaces. Falta aún mucho para el final; lo cual quiere decir que seguiremos aprendiendo.
Mejores empresas
Había una inmensa ignorancia y desconfianza entre la población sobre lo que eran y hacían las empresas. El Covid-19 le ha enseñado a la sociedad a valorar a sus empresas y a sus puestos de trabajo. Antes dábamos por hecho que las empresas usufructuaban nuestro apetito por las lechugas, las cervezas, los pasajes de flota y avión, etc.
Aprendimos que cualquier día sus ventas pueden parar. La economía hay que crearla cada día, una transacción a la vez, hasta que sumen millones de intercambios.
Los jóvenes y muchos mayores desconfiaban de las empresas y las veían como organizaciones dedicadas a enriquecerse. Ahora entienden que las empresas se reinventan todos los días. Todo empresario toma riesgos, prepara una organización para aprender de nuestras necesidades. Si mañana no podemos salir a la calle, sus peores temores se materializan; pierde el capital invertido, años de pensar y sufrir para que su organización sobreviva, así como la capacidad gerencial desarrollada.
Si tiene éxito, el 90% o más de lo que vende se traduce en sueldos de empleados, arriendos, intereses a los bancos, compras de insumos, pagos de parafiscales e impuestos. El 10% que le queda al emprendedor se lo tienen bien ganado. Aprender que las empresas son procesos continuos aprendizaje, es inestimable.
Aprender a aprender
El malestar actual puede ser el precio que pagamos por aprender cómo educarnos, gobernarnos y emprender mejor. El costo del Covid-19 puede ser ampliamente superado por los beneficios de estas lecciones transformadoras, que reportarán una sociedad y una economía mejores.
Recent Comments