ANIF propone aumentar el déficit fiscal en 1.5% del PIB por encima de lo actualmente estipulado en la regla fiscal. Con eso, a lo largo de 10 años, la deuda pública aumentaría en 15% del PIB. A una tasa de interés promedio (7% aprox.) esto implica cerca de 1% en pagos adicionales de intereses, que se deben adicionar al déficit, en tanto que van aumentando paulatinamente a lo largo de esa misma década. Así las cosas, el déficit total no sería de 1.5% del PIB sino ascendente desde 1.5% hasta 2.5% del PIB al final de la década; en caso de que esos intereses fuesen pagados con tributos, como sería razonable, se aumentaría la carga tributaria en 1% del PIB permanentemente (y de forma paulatina), solamente para pagar intereses, que no es su uso más razonable.

Al final de esa década, con una deuda de 50% del PIB el margen de maniobra del país en términos financieros sería mínimo, pues la deuda ya estaría en niveles peligrosos para una economía como la colombiana, que es lo que hoy le ocurre a Brasil, que alcanza niveles un poco superiores a eso. Se debe enfatizar que ante cualquier choque negativo, el salto en los spreads de Colombia los podría llevar a los niveles vistos a finales de los noventa o principios de la década pasada. Eso ya lo vivimos, y en el entorno latinoamericano actual no es impensable que esa situación nos esté aguardando a la vuelta de tres años.

En contraste, la regla fiscal reduce la deuda en 10 puntos porcentuales de PIB, y por ende ahorrará paulatinamente los intereses, hasta  llegar a disminuirlos en 0.7% del PIB por año al final de la década; es decir, abre paulatinamente casi la mitad del espacio que usted pide. Garantiza que los spreads se mantengan bajos, y que el país se diferencie del resto de la región en un momento difícil de la coyuntura mundial, del y de deterioro de las finanzas públicas de todos los del Mercosur.

El país solidifica su posición fiscal y mantiene un amplio margen de maniobra frente a coyunturas o gastos extraordinarios, como sería aquellos ligados aun eventual proceso de paz. Además se crea una cultura de cumplimento con una postura fiscal sana. Lo mismo se ha hecho en banca central con evidentes beneficios de largo plazo. Con un argumento similar al suyo se podría argumentar que para la infraestructura y la paz se usara el impuesto inflacionario durante 10 años.

Ya se está haciendo contabilidad creativa para manejar las eventuales ventas de activos como bases para la financiación de infraestructura, lo cual plantea un escenario intermedio. Eso fue lo que discutimos en Fedesarrollo. Esa vía puede levar a inversiones que (no tengo las cigras precisas), pueden acercarse otro 0.8% del PIB necesario para llegar al 1.5% del PIB que usted propone.

En suma, creo que estamos en el inicio de un régimen fiscal que afortunadamente ha sido internalizado por las altas cortes, la prensa, el empresariado, la banca, los inversionistas internacionales, los sindicatos, etc.

La diferencia entre la propuesta suya de sacrificar la regla fiscal y la de mantenerla, no radica en el espacio que se necesita para la infraestructura. Ese espacio se puede abrir con regla fiscal, tal vez más lentamente. La diferencia radicaría en sacrificar la gran fuente de diferenciación de Colombia frente a una región que se deteriora macroeconómicamente a pasos acelerados.

No es el momento de cambiar un consenso de fondo. Creo que actores políticos clave estarían felices de usar su justificación para abandonar un consenso fiscal que tomó una década y media construir. Esos actores poco cuidado tendrán en limitarse a los mojones que usted señala; con los mismos argumentos de gastos meritorios, luego se dirá que se necesita romper la regla modificada para esto o aquello. Cuando menos nos demos cuenta estará la deuda salida de madre, el déficit fiscal disparado, y estaremos de vuelta a 1998.

Cuando estuve a cargo de este tema, diariamente tenía la consigna de que si bien no sabía si podría hacer algo por la positiva, iba a evitar a toda costa hacer algo negativo para el país. Esto es, crear o favorecer las condiciones para una eventual crisis. No estoy muy convencido que los economistas sepamos como “hacer bien a la sociedad”; en cambio he visto a muchos ministros “hacer mucho mal” a la sociedad a pesar de sus buenas intenciones. La mayor máquina creadora de pobres inventada por el hombre es el desequilibrio macro-fiscal. Esa máquina está apagada en Colombia, y el tipo de argumentos de este reporte de Anif incitan a encenderla de nuevo.